Al fiel estilo de la historia de "Caín y Abel", Alianza no perdonó a su hermano, San Salvador, y lo dejó con aflicciones en su lucha por no descender. Poco le importó que un día antes del juego se celebró el amor y la amistad. Desde el minuto 6 lo puso a tambalear.
Una réplica de lo que Alianza hizo hace dos semanas en su amistoso contra el Marquense, de Guatemala, lo calcó en el partido.
En una jugada estacionaria (tiro de esquina), Arturo Albarrán envió un centro medido a la cabeza de Julio Castro, quien se anticipó a la defensa y al portero para dejarlo viendo estrellitas.
La fórmula de Pablo Centrone volvió a surtir efecto. Sin tener un fútbol vistoso, como en el partido contra el Vista Hermosa en la primera jornada, Alianza fue práctico, explotó el carril derecho donde Isaac Zelaya era el receptor ideal para generar llegada de contragolpe en los que Chepe Martínez y Eduardo Retana estuvieron atentos.
San Salvador superó el pánico de encontrarse en desventaja con el gol de camerino y empezó a soltarse con un fútbol de vistosidad al juntar la dupla ofensiva de Juan Díaz y Luis Mira, quienes comenzaron a desesperar a la línea defensiva de los albos, al grado de que estos se veían obligados a pararlos con faltas.
La mejor sorpresa de los metropolitanos se fabricó al minuto 16, cuando William Torres Cabrera dejó a Óscar Navarro y pasó al debutante Luis Calvo, quien envió un globo que sorprendió a Dago y el balón chocó en el poste derecho del guardameta albo.
La respuesta de Alianza llegó cuatro minutos después por Chepe Martínez, quien se desplazó con libertad y se liberó de dos marcas para exigir al rechazo de puños del meta capitalino Francisco Portillo.
Experimentos
El técnico Óscar Benítez hizo su primer movimiento al 31', sacó a Mauricio Perla para apostar a la creatividad de William Maldonado; desde entonces, San Salvador motró su mejor fútbol, paró la salida de los albos y obligó a que Dago fuera un espectador y que comenzará a estar atento a todas las intervenciones panteras.
El deseo de conservar el líderato y agradar a su afición, Alianza lo mostró en el complemento.
Al minuto 51, Zelaya pareció complicar a su equipo cuando fue expulsado por acumulación de tarjetas amarillas. Pero sus compañeros se encargaron de que Sansal no se sintiera superior en la cancha, porque nunca abandonaron la idea defensiva que complicaron la existencia de Francisco Portillo y terminó ahogado por el buen juego que Albarrán, que, además de echarse el equipo al hombro, volvió a ser el de antes.
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