No podía ser... Irse otra vez con las manos vacías después de dominar al rival, de jugar mejor, de que un gol legítimo no haya sido convalidado por el árbitro Archundia, el único mexicano que no quiere a De los Cobos. No podía ser.... Por eso Rudis, justo él, criticado y resistido por buena parte de los hinchas, fue el encargado de poner justicia y alimentar el sueño. Claro, no será fácil: de 6 puntos en disputa, Costa Rica lleva 4 (ver nota aparte). Pero, ante este hermoso sueño, ¿quién se atreve a despertarlos?
El partido arrancó con algunas sorpresas tácticas de ambos bandos: el Cheyo Quintanilla jugó más retrasado que de costumbre y le dejó su lugar de enlace a Osael Romero, más cerca de Fito Zelaya. Del lado tico, el "Paté" Centeno se quedó en el banco y dejó el armado en manos de Bolaños y Oviedo.
Le costó hacer pie a El Salvador en el campo pero cuando lo hizo, fue consistente. ¿Los argumentos? Los de siempre: pelota al piso, orden y traslado aprovechando el buen pie que tienen todos los volantes azules, en especial Quintanilla y Arturo Álvarez.
Un párrafo especial merece este último, nacido en Estados Unidos de padres salvadoreños y que hacía cerca de 20 años que no estaba en el país. Plasmó todo lo que había insinuado en los otros juegos: calidad técnica, personalidad, pero anoche contó con una aditamento extra: cada jugada suya fue aplaudida a rabiar. Eso pareció agrandarlo. ¡Bienvenido Arturo!
En defensa, con línea de cuatro bien definida, El Salvador se mantenía ordenado y con firmeza, sobre todo con un Mardoqueo Henríquez que se mostró en su mejor nivel. Quizá el único pecado futbolístico que cometió la Selecta en ese lapso fue abusar de los pelotazos. A corregirlo.
¿Costa Rica? Poco y nada, también abusó de los pelotazos para Ruíz y Froylan Ledezma, un Cachorro que mostró peligro cada vez que lo dejaron.
El dominio era equilibrado, aunque Costa Rica tuvo sus chances pero hubo una jugada que podría haber quedado en la historia como uno de los mejores goles de eliminatorias: un exquisito pase de Arturo Álvarez para Christian Castillo, que sacó una sorprendente chilena. Entre el portero González y el travesaño negaron que esa maravillosa jugada se traduzca en un gol de antología.
Vibró el Cuscatlán con esa jugada y contagió al equipo. El "ole, ole" que bajaba de las tribunas ponía en su lugar a cada equipo: El Salvador, a buscar el partido y Costa Rica parado de contra.
El segundo tiempo fue igual de intenso y electrizante al final. Al minuto recibió un Ledezma y Montes desvió al corner. Otro gran partido del portero, pilar fundamental de esta gran campaña azul.
El partido fue ganando en intensidad y situaciones de riesgo. Cheyo pasó a jugar más adelantado y tirado a la derecha para juntarse con un Álvarez que, en una pierna, también hacía diferencia.
Tanto que de un remate suyo terminó en la jugada polémica. Tras tapar González, Zelaya se equivocó ante el portero pero tiró un centro que Castillo cabeceó al gol. La pelota fue desviada por un defensor cuando había ingresado claramente en su totalidad y. El asistente Marvin Torrentera se quedó estático y el árbitro Archundia no lo convalidó. Un robo que podría haber tenido consecuencias graves si Castillo no definía al final.
Ese final fue vibrante. Porque ninguno quería el empate: Mardoqueo sacó una pelota en la línea, se lo perdieron Rudis y Salvador Coreas un cabezazo increíble. Pero al final apareció Rudis, el vengador, el goleador, el héroe. Gol, justicia y sueño...
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