Porque lo que se vio ayer en el estadio Robertson de Houston fue que la Azul tiene variantes para mostrar una buena cara. Pero que así como tiene positivos, tiene también varios negativos. De Israel depende haber comprendido lo malo para traducirlo en bueno.
La psicología dice que uno siempre retiene más y mejor la última imagen. Y esa muestra que la selección salvadoreña acabó el partido mejor que Honduras. Pero casarse con ello es negar todos los yerros que la Azul mostró en la mayor parte del encuentro. No se trata de acabar mejor sino de serlo durante todo el partido, y la apuesta del primer once titular de la era Israel dejó mucho que desear.
No es solo el agujero enorme que Deris Umanzor había dejado en el sector izquierdo, sino también el desentendimiento total que hubo entre Ramón Sánchez y Dennis Alas. Los contenciones no presionaron a Honduras y abrieron otro agujero en el medio campo que fue el que aprovechó el rival para hacer daño toda la primera mitad.
Un par de cabezazos de Leverón, remates a portería y al horizontal de Bengston, tiros fuera del área de Bonieck. Honduras se paseó ante un tímido El Salvador en los primeros 45 minutos.
Y tímido no solo porque los medios no presionaban el juego catracho, sino porque los ofensivos no ayudaban en la labor. Cheyo trataba de conectar con Osael, pero este tampoco aparecía en la cancha. Adelante, la apuesta de dos delanteros –Fito y Léster– no servía de nada. Sin pelota no hay maneras de generar peligro. Israel la intentó tener con la fuerza de la marca pero por priorizar ello sacrificó la velocidad del traslado.
Sin embargo, para bien de los criollos, no hubo acierto en la visión catracha a portería. Un par de tapadas de Miguel Montes o una clara mano de Dennis Alas sacando la pelota sobre la línea evitaron que la caída del marco nacional fuera tempranera, aunque al final terminaría por producirse en el último minuto del primer tiempo.
El picnic que Honduras se tenía en el sector izquierdo –abandonado por completo por Umanzor– produjo el enésimo centro catracho, y el cabezazo frontal de Carlos Costly. Al mejor estilo del hoy retirado Carlos Pavón, Costly agarró a contrapié al “Mudo”, que nada pudo hacer ante el cabezazo del ariete hondureño.
El descanso debía haber servido para que Israel corrigiera la plana, pero el guión siguió torcido. El único movimiento fue el ingreso de Reynaldo Hernández por Umanzor, con tan mala suerte para el carrilero de Vista Hermosa que apenas en su primera intención bajó a Costly adentro del área y el árbitro marcó el penalti. Bengston no lo dudo y lo tiró a la izquierda de Montes, al que le salió cara la apuesta de regalarle espacio al rival.
Con el 0-2 en contra, las lecciones eran categóricas para El Salvador. La prueba y error se saldaban de la manera más negativa posible hasta que se llegó la hora de continuar las pruebas. Honduras dio por ganada la partida y se rearmó con los cambios. En El Salvador, que no tenía nada qué perder y mucho qué ganar, la apuesta fueron los jóvenes y el resultado fue lo mejor para los intereses nacionales.
Remontada
Del minuto 45 al 61, Honduras sacó a Emil Martínez, Bonieck Garcia, Mauricio Sabillón y Carlos Costly. Del '45 al '73, en El Salvador ingresaron Reynaldo Hernández, Jaime Alas, Gilberto Baires, Edwin Sánchez y Rudis Corrales. Más que la ausencia de unos o la presencia de otros, lo cierto es que los cambios influyeron en el funcionamiento de ambas selecciones, pero los mismos fueron más evidentes del lado de la Azul. ¿Por qué? Una vez Ramón Sánchez estuvo en el banquillo, la cancha dejó de ser demasiado pequeña para Dennis Alas, quien pudo moverse más a sus anchas y cortar la conexión entre las líneas catrachas, que de circular pacíficamente tuvieron que recurrir al pelotazo para acercarse a la portería de Montes. Y adelante, la conexión que nunca encontraron Cheyo y Osael la tuvieron al instante Alas, Baires y “el Inter” Sánchez.
Así, al '71, El Salvador tiró su primer centro de todo el partido, y al '72 anotó el primer tanto de la era Israel. Desde fuera del área, Fito Zelaya vio un espacio entre los defensas hondureños y demostró porqué pedía a gritos su convocatoria: se animó con el disparo y soltó el tiro. Noel Valladares se animó en el achique y soltó el remate. La pelota cruzó la línea y la remontada comenzaba a sonar creíble.
La Azul había encontrado el orden que no tuvo en toda la primera mitad. Con ello, pudo disponer de más tiempo del balón y con el ingreso de Sánchez, Alas y Baires encontraron uno más con quien combinar y abrir espacios. Cuatro minutos después del tiro de Fito y el regalo de Valladares, el estadio Robertson de Houston fue el estadio Cuscatlán. Baires abrió con Jaime Alas, quien por izquierda puso un centro que Zelaya no alcanzó y que Edwin retrasó al corazón de área chica, exacto para la volea de Rudis y la celebración por una igualada que significa mucho para el factor psicológico del grupo. Si la selección quiere, puede hacer buenos partidos.
Pero eso depende de aprender de los errores. Depende ahora de responder las preguntas sobre porqué jugó Umanzor, que tenía casi seis meses sin ver actividad en un partido oficial, o si es definitiva la pareja de centrales Anaya-Turcios en la defensa. Steve Purdy no pudo debutar por problemas estomacales, pero la opción de aprovechar su juego aéreo sigue siendo una incógnita. Además, Israel ahora debe evaluar el rendimiento y el dibujo de su medio campo: dos contenciones –con los que el centro del campo fue un colador– o un solo contención nato y tres volantes de llegada que tocan bien y corren mejor.
Demasiadas preguntas para un resultado que se supondría debería ser positivo. Al final, lo será solo si Israel entiende el mensaje que le dieron los jóvenes de la Azul. Le salvaron su debut en la selección, podrían salvarlo también en Copa de Oro.
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