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domingo, 26 de octubre de 2008

FIRPO DOS-ALIANZA NADA

LA IRA SAGRADA DE LA AFICION ALIANCISTA


El Grafico
27 Oct 2008


SAN SALVADOR. Para el Alianza, perder ya no es sufrimiento, ahora es costumbre. La presión que cae sobre los hombros de los jugadores albos es tan grande después de ocho fechas sin ganar (las últimas cinco han sido derrotas) que aunque manejen más el balón y acumulen más llegadas que el rival, ya se saben de memoria el camino rumbo a ella.

Por eso, un Firpo que poco a poco encuentra el camino, pero que aún no es un conjunto sólido, sólo necesitó de sus individualidades para detener los ataques del Alianza, hacerle daño en momentos oportunos y derrotarlo con un claro 2-0.

Sin duda, el problema del Alianza pasa por lo psicológico. La tarde de este domingo, dominó el partido, tuvo la pelota en su poder y hasta bailó y encerró al Firpo en su territorio durante más de una hora. Pero en los momentos decisivos no tuvo la frialdad ni para anotar ni para defender y fue burlado por el conjunto usuluteco. Y una vez falla, el Alianza entra en su propio laberinto mental y de esa trampa no escapa.

Pero los toros no hubieran sacado un premio tan grande si no hubiera sido por el impecable trabajo de Manuel Salazar al barrer la zona y ordenar a sus compañeros, y a la astucia de Patricio Barroche para desmarcarse o aguantar el balón en ataque según la ocasión lo requiera.

El primero soportó las ofensivas albas en el inicio de cada período y el segundo hizo enganches letales sobre el final del primer tiempo y sobre el arranque del complemento.

Ellos dos fueron los que desequilibraron la balanza, pero no es del todo reconfortante porque en conjunto el Firpo es desordenado, con pocas ideas para atacar y con huecos demasiado amplios entre el mediocampo y el sector ofensivo.

Desde los primeros minutos, quedó claro que el Alianza estaba mejor parado en el campo y que tenía armas más efectivas. Ramón Sánchez era el dueño del mediocampo y desde su posición en el centro organizaba el juego para Gustavo Mendes por izquierda o para Héctor Salazar por la derecha. Lo único que le faltaba a Ramón para atenazar completamente al Firpo era el desequilibrio en espacios cortos de Cristian Castillo, quien nunca pudo desmarcarse ni superar a los zagueros.

Al minuto 12, el Alianza debió adelantarse en el marcador cuando Jorge Sánchez, abatido por la marca de Nicolás Muñoz, se atragantó con un centro que llovió desde la derecha y el balón le quedó a Mendes en el área pequeña con el portero vencido. En otro equipo el balón hubiera inflado la red, pero sobre la pierna izquierda del volante brasileña cayó el peso de ocho jornadas sin ganar y el balón fue a caer a los gradas de preferencial sur.

El Firpo resopló aliviado y continuó aguantando. Los toros sólo respiraban cuando el Alianza entregaba mal en el mediocampo y entonces Dennis Alas, Monteagudo o Pekarnik tenían un amplio carril por el centro para hacer su galopada con balón dominado. El ataque albo era tal que las precauciones defensivas escaseaban.

Pero los toros no aprovecharon ese despiste albo hasta en el momento que más duele: dos minutos antes del final del primer tiempo. Fue cuando Monteagudo recorrió la mitad del campo, abrió para Barroche, quien dejó tirada la marca de Jonathan Barrios, entró al área y sirvió para que Leguizamón cerrara la pinza para el 1-0.

Cómo dos delanteros del Firpo pudieron abrirse camino entre cuatro defensores y el portero es incomprensible. Lo cierto es que el Alianza temblaba ante cada ataque del rival y los toros anotaron en la primera que todos sus pases fueron precisos.

Antes que terminara la primera mitad, el Alianza tuvo otra oportunidad clara cuando Mendes desbordó por derecha y puso un centro raso para que Francisco Álvarez anotara a puerta vacía, pero “el Caballito” ni siquiera pudo rematar.

EL COMPLEMENTO

Carlos Jurado, entrenador del Alianza, mandó a Rodolfo Zelaya desde el arranque del segundo tiempo en lugar de Mendes. Desde ese momento, los albos pasarían a jugar con tres delanteros, un movimiento arriesgado que tenía como objetivo la victoria. Y el cuadro blanco respondió bien ante el cambio.

Zelaya triró al poste en el 47’ después de un error de Henry Hernández, Nicolás Muñoz exigió al portero pampero en un balón estacionario y Ramiro Carballo estrelló un tiro libre en la parte de afuera de la red. Todo parecía dirgido a la remontada.

Pero en el 56’, Barroche dejó frió al Alianza con el segundo gol. De nuevo, un error de la defensa permitió que Leguizamón cabeceara a marco un tiro libre de Pekarnik y Mosquera hizo lo que pudo en su estirada. Sin embargo, el rechace del meta colombiano cayó en los pies del “Pato” para que anotara el 2-0.

El golpe fue demasiado para el Alianza. Es cierto que continuó atacando, pero sin el mismo impetú. Por su parte, el Firpo manejó el partido con paciencia e inteligencia hasta el final. / MARCELO BETANCOURT, EL GRÁFICO

A costa de poner más sal en la herida de Alianza, Firpo logró acumular su sexto partido sin perder, y su tercera victoria en ese camino, bueno para alcanzar 14 puntos y entrar a la parte alta de la tabla. Lo de los albos ya es inexplicable. A cada jornada es más desilusionante.


Ni el brasileño Gustavo Nunes ni el nacional Francisco Álvarez se lo pueden creer: Alianza sumó, tras caer ayer ante Firpo, su quinta derrota consecutiva en lo que va del Apertura 2008.

Alianza pierde hasta jugando bien. Firpo gana hasta jugando mal. Alianza se desinfla a cada jornada que pasa: cuenta ocho encuentros sin poder sumar de a tres, cinco derrotas seguidas y sigue estancado con 11 puntos en la parte baja de la tabla. Firpo es al contrario: ha mejorado con los juegos, ya tiene 14 unidades y solo la diferencia de goles le vale para no estar entre los cuatro primeros de la tabla de clasificación.

El Cuscatlán, la que ya es casa de ambos, fue escenario de un día más de sufrimiento para los capitalinos, que siguen sin encontrar el rumbo que alguna vez los hizo ganar tres partidos seguidos, los primeros del torneo, y después de los cuales se han hundido al punto tal que hasta su misma afición ha decrecido. Ayer, ni la Ultra Blanca fue tan numerosa. Y aunque lo hubiera sido, sus gritos quizá ni se hubieran escuchado.

Se hubieran perdido en el eco del vacío del estadio. Vacío porque sus gradas no llegaron a llenarse ni a la mitad de su capacidad. Vacío porque el primer tiempo fue un ejemplo perfecto de aburrimiento, con dos equipos que comenzaron el choque con miedo de cometer el error que le permitiera al rival pasar por encima.

Alianza fue el primero en quitárselo. Por eso comenzó a intentar proponer llegadas, con Cristian Castillo intentado combinarse con el brasileño Gustavo Nunes, sin resultado positivo.

Tuvieron que pasar 13 minutos para el primer susto. A Nunes le quedó un centro en el poste derecho de Henry Hernández y con toda la meta a su disposición, le pegó muy abajo y voló la posibilidad de abrir el marcador.

Apenas un tiro en 15 minutos. Apenas una llegada en un cuarto de hora. Tuvieron que pasar casi otros 15 para que fueran los blancos quienes volvieran a perdonar, cuando a los '25 otra pelota sobrevoló el corazón del área pampera.

Apareció Francisco “el Caballito” Álvarez. Erguido en el aire, su testarazo no encontró red, únicamente las manos de Henry que desviaron al tiro de esquina.

Era mejor Alianza. Empujaba, herido tras siete jornadas sin una sonrisa, en busca de el gol —ese bendito y caprichoso patrimonio que a algunos mientras más lo buscan menos lo encuentran le ha hecho falta en esta crisis que atraviesa— para que la tranquilidad regresara a su seno.

Era peor Firpo. Desordenado en su planteamiento, no había conexión entre mediocampistas y delanteros. El argentino Fernando Leguizamón lo intentaba, más sus corridas no eran suficiente buen acompañamiento de los cansinos pasos de su conterráneo Patricio Barroche que acaso jugó dormido la mayor parte del primer tiempo.

Al menos, bastaba con el empuje de Alianza que, sin ser avasallador, demostraba que uno de los equipos sí luchaba por los tres puntos. No hubo que esperar otro 15 minutos para otra ocasión, siempre sobre arco usuluteco.

Esta vez fue Castillo quien jaló el gatillo. Desde fuera de área. Y nuevamente Henry tapaba con sus guantes, desviando a tiro de esquina y frustrando el grito de gol aliancista.

Sin perdón

Faltaban dos minutos para que concluyera la primera mitad, sin nada más que fuera digno de comentarse, cuando pasó lo que tenía que pasar. Barroche se acordó que su labor es atacar y aprovechó un despeje de Henry para encarar a Jonathan Barrios.

El gaucho desequilibró al zaga blanco y la puso en el centro donde Leguizamón tuvo tiempo y espacio suficiente para maniobrar frente a tres defensas aliancistas que se estorbaron entre sí sin poder llegarle al toro diminuto que a placer pudo meter el izquierdazo, fuerte y potente, que dejó sin posibilidades a Juan Carlos Mosquera. Sin merecerlo, Firpo se iba al descanso arriba en el marcador.

Se rearmó por enésima vez el Alianza. Entró Rodolfo Zelaya a intentar meter más presión a la zaga firpense, lográndolo en los primeros minutos del segundo tiempo, mismos en los que el meta pampero soltó un par de pelotas que pudieron haber sido bálsamo blanco si hubieran encontrado la red.

Lejos de encontrar alivio a sus penas, los capitalinos sufrieron otra estocada sobre el '55. Leonardo Pekarnik puso un centro en el área blanca que Barroche cabeceó, Mosquera tapó, nadie cubrió y el mismo Barroche definió: un suave toque sobre el cuerpo del meta colombiano que entró mansamente a la portería aliancista. Y ahí se acabó Alianza.

El recién ingresado colombiano Edison Fonseca poco pudo hacer en medio de un equipo que cargaba sobre sus espaldas siete partidos sin victorias y la amenaza de sumar un octavo. Una mano en su primera recepción de pelota, y un centro más horrible que las trabazones del bulevar del Ejército fueron mala carta de presentación para el cafetero.

Ya con la desilusionada plantilla alba, Firpo se creció en la cancha. Se enseñoreó con la pelota y se permitió jugar de primera intención, tirando olés sobre sus rivales y generando más oportunidades de gol que no se concretaron gracias al acierto de Mosquera, que le tapó un cabezazo a Carlos Calderón y le sacó un gol olímpico a Pekarnik. Hubiera sido demasiado castigo.

Los pocos aficionados albos prefirieron salir del estadio antes que terminara el partido. Tan mal está el ánimo dentro del club que ya ni siquiera reclamos contra sus mismos jugadores se dejaron oír. No hubo megáfono ni “movete albo, movete...”. Quizá hasta ellos mismos se cansaron de joder.

Firpo se quedó al final con los tres puntos, la cuarta casilla de la clasificación y vibras suficientes para enfrentar mañana al Dynamo Houston, por la Liga de Campeones de la CONCACAF. El mal a los albos ya lo dejaron hecho.

Alianza se quedó sin explicaciones. Solo puros golpes de pecho. “No tenemos equipo ni funcionamiento” dijo el uruguayo Alejandro Cúrbelo. Duro, pero la realidad que viven los albos también lo es. Ya van ocho partidos sin victoria, cinco derrotas seguidas. ¿Cuánto más?

LPG

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