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domingo, 23 de octubre de 2011

EL CAMPEON TAMBALEA

Alianza sufrió su segunda derrota consecutiva, esta vez a manos de Atlético Marte, por 0-1.


Denni Portillo

Pasaron las lluvias pero la tempestad no pasa en Alianza. Hay caos en la capital. El club blanco perdió el carburador hace buen rato y ayer sufrió una nueva caída en su camino hacia la defensa de la corona. Ahora, mientras ve desde abajo a otros rivales, empieza a observar cómo otros también se le acercan y amenazan su posición en la tabla. Es campeón pero no es primero, es campeón pero ya no es el mejor. Es campeón, pero ahora es quinto en la tabla de clasificación.

Lo de los dirigidos por Lisandro... por Vladan Vicevic ya es preocupante. No ganan un partido desde el 10 de septiembre –ante Águila, por 1-2, en San Miguel– y ya cuentan cuatro juegos sin sumar de a tres. Y en esos cuatro juegos, tres derrotas. Dos consecutivas.

La de ayer parecía la ocasión perfecta para que se reencontraran con el camino del triunfo. Lejos de ello, los albos reaccionaron hasta que era demasiado tarde. Dudaron, atacaron, volvieron a dudar, volvieron a atacar y cuando menos se lo esperaban, Gilberto Baires los fusiló con un izquierdazo dentro del área, tan caprichoso que quiso rebotar primero en el poste y luego entrar mansamente a la portería de Henry Hernández para clavarse despacio y agudamente en el corazón albo.

Entonces, el mundo se le vino encima al Alianza. Había desperdiciado 83 minutos de partido y más de la mitad de ellos en regalarle la pelota al club carabinero, como si un boxeador soberbio le dijera a su rival que peleará con una mano atada a la espalda. Los albos pecaron y dejaron que Marte jugara su partido y que Fausto “Vocho” Vásquez aplicara lo que tenía pensado.

Durante los primeros 20 minutos del encuentro, la pelota fue patrimonio albo. Herbert Sosa tocó con el reaparecido Cristian Castillo y Nelson Bonilla junto con el brasileño Leonardo Da Silva buscaron las espaldas de la defensa marciana, pero nunca las encontraron. Cansados de buscar los espacios, la ofensiva alba se relajó y prefirió dejar que fuera la defensiva marciana la que se los revelara.

Marte dio guerra

Sin embargo, los ahijados del dios de la guerra hicieron cualquier cosa menos regalarle el partido al Alianza. Con la pelota en sus pies, se propusieron no comprometer su posesión y buscar el arco de Henry Hernández cada vez que su creatividad se los permitiera.

Ahí hincó el partido en tierra. Un Alianza entregado y dormido, a la espera del yerro marciano, y un Marte que no pudo administrar mejor la papa caliente que tenía en los pies depararon un primer tiempo digno del bostezo. Las llegadas a las porterías –más a la de Henry que a la de Javier Gómez– fueron más intentos aventurados de un remate o un cabezazo que verdades jugadas organizadas.

Alcides Bandera cabeceó a la par del poste y Sosa respondió con un derechazo tímido, Owusu probó con un remate cruzado al que Christopher Ramírez no le pudo meter el puntazo final y hubo un momento en que los jugadores de ambos equipos parecían estar jugando voleibol con cabezazos de un lado para otro sin ninguna intención. Pasó lo lógico: la rechifla de la afición, sobre todo la aliancista, y el intento en vano de la batucada por poner ruido para ocultar los pitos al cuadro albo. El sol no se tapa con un dedo, los pitos a un equipo tampoco, porque los pitos siguieron sonando cuando la segunda parte echó a andar.

Valiente para reconocer que su ataque era inofensivo, Vladan optó por el ingreso de Rafael Burgos por Carlos Arévalo y de Rudis Corrales por un opaco Nelson Bonilla, quien se despidió con el sonido de los pitos de la afición confundido con el del horizontal de la meta de Gómez, en el que estrelló el balón en un intento de globito apenas unos segundos antes de ahuecar.

Los hombres que llegaron desde el banco de suplentes le devolvieron los ánimos al Alianza. Ya para entonces el reloj marcaba los 63 minutos. Los blancos habían perdido más de 40 a la espera de que la inercia o la suerte les dieran la ventaja y para entonces ya Marte tenía plena confianza en que podría robar, al menos, un punto.

Los carabineros se encerraron en su sector de la cancha. Dejaron que Alianza encimara y apretara. Los centros llegaron por izquierda y por derecha pero nunca apareció una sola cabeza blanca que le ganara el salto a los defensas marcianos.

Concentrado, entonces sí, en buscar los tres puntos, Alianza estaba completamente descubierto atrás. Hasta entonces no le había significado problema porque los carabineros habían renunciado al ataque, pero en el minuto 83, Gilberto Baires –que había entrado a la cancha al '70 en lugar de Owusu– explotó ese espacio.

Un saque de Gómez encontró la cabeza de Bandera. El uruguayo prolongó la pelota y al control llegó “Saviola”. El diminuto jugador avanzó, decidido a hacer daño, y ningún defensa albo supo si marcarlo o bajarlo. El único que acertó a hacer algo fue Marcelo Messías, quien estiró sus brazos para intentar alcanzarlo y jalonearlo.

Pero ya era demasiado tarde. Baires ya estaba dentro del área y ya había jalado el gatillo de su pierna izquierda. Como ante FAS en la octava jornada y como ante Metapán en la décima, Alianza estaba sentenciado a volver a perder.

Los siete minutos que le restaban al encuentro y los tres de descuento fueron un completo martirio para los albos. En shock por la desventaja, ni siquiera produjeron una llegada de verdadero peligro, sino que llevaron la pelota de un lado a otro sin poder abrir el cerco defensivo de Marte, al que le bastó luego con perder el tiempo en el descuento para conseguir que llegara el final del partido y los tres puntos, esos que ahora le hacen tanta falta a Alianza. Campeón también rima con depresión.
LPG

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