En el palco del estadio Cuscatlán estaba el uruguayo Rubén Israel, nuevo técnico de la selección salvadoreña, y en la cancha estaba Rodolfo Zelaya, delantero de Alianza y principal ausente en las últimas convocatorias de la Azul. Ayer dejó claro que quiere de nuevo su puesto.
El “22” blanco ayer tenía un reto. A primera vista era con Nicolás Muñoz, delantero de Águila, por la cima del liderato de goleo; pero el tiempo se encargó de demostrar que el verdadero reto de Fito era consigo mismo, porque “Nicogol” estaba desaparecido y porque en el palco estaba el nuevo mandamás, del que depende que Zelaya regrese o no a la selección.
Y Fito respondió a su manera: con goles. Incansable para buscarlos, letal para definirlos e insaciable porque siempre quiere más. Da igual si tiene como compañero a Rudis Corrales, a Carlos Ayala, a Rafael Burgos o a Abraham Amaya; cuando toma la pelota, el nuevo líder de goleo del fútbol salvadoreño solo sabe ver hacia el frente.
Por eso fue que, en toda la primera mitad, acaso la ansiedad le jugó en contra. Pidió cada tiro libre pero, tras tirar demasiado alto el primero, Julio Martínez cobró los demás. Encaró cada vez que la defensa aguilucha le dio espacio, pero tardaba demasiado en encontrar el objetivo rival.
Lo más cerca que estuvo de convertir en la primera parte fue un trazo largo de Cristian Castillo que lo encontró solo en el área grande ante un tímido Benjí Villalobos que no se arriesgó a salir. Pero cuando parecía que Zelaya disparaba y celebraba, Ramón Sánchez le sacó la pelota justo a tiempo.
Frustrado junto a sus compañeros por estar ya perdiendo el juego y el control en la cancha, Zelaya se fue a los camerinos a escuchar la segura reprimenda del “Toto” Gamarra. El segundo tiempo exigía efectividad. La libreta de Israel todavía no debía de tener ningún apunte relevante sobre Fito.
Claro, todos quedaron guardados para la segunda mitad. Celebró cuando Álvarez anotó el autogol del empate blanco, y las palmas acabaron por encender su espíritu combativo. Rozó su primer gol de la tarde sobre el minuto 53, cuando Cristian Castillo le dejó una pelota solo contra Villalobos y su volea se fue desviada a la par del poste. Lo que ya no perdonó fue la patada que recibió de Luis Hernández sobre el '65 y que acabó como penalti a favor de los blancos.
Mientras más de uno –en especial los aguiluchos– recordaban el lanzamiento de la final del torneo pasado, en el que en esa misma portería Zelaya falló el tiro que le hubiera dado el título al cuadro albo, Fito riñó de ese mal recuerdo y cambió el cobro. No hubo beso a la pelota ni remate al centro; solo pura fuerza y colocación a la izquierda, inalcanzable para Benjí y el primero de la tarde para Zelaya.
Sin embargo, necesitaría dos para asegurarse que “Nicogol” no lo alcanzara en la tabla si acaso convertía. Le faltaba el mérito de un gol en una jugada y, además, el golazo de la tarde era el de Odir Flores, con su gol olímpico que sentenciaba el duelo.
Pero no, Fito quería el protagonismo para él, ya que es él quien ha estado fuera de la selección desde ya casi medio año, ante la negativa de José Luis Rugamas y el clamor de la afición cuscatleca.
La defensa de Águila no se lo puso difícil, porque Marvin González le sirvió en bandeja su segundo de la tarde cuando le dio un pésimo pase a su portero y Zelaya aprovechó toda su viveza para burlarle la bola y empujar al fondo.
Todo estaba consumado. Fito Zelaya se erigía como la figura de la tarde, la figura del juego. Dos goles para ponerse en primer lugar en la tabla de goleo individual, dos goles para salir aplaudido por su afición cuando fue sustituido, dos goles para el apunte del nuevo técnico de la Azul, dos goles para reclamar un puesto en la selección. Profesor Rubén Israel, este es Rodolfo Zelaya.
Danny POrtillo
LPG
El “22” blanco ayer tenía un reto. A primera vista era con Nicolás Muñoz, delantero de Águila, por la cima del liderato de goleo; pero el tiempo se encargó de demostrar que el verdadero reto de Fito era consigo mismo, porque “Nicogol” estaba desaparecido y porque en el palco estaba el nuevo mandamás, del que depende que Zelaya regrese o no a la selección.
Y Fito respondió a su manera: con goles. Incansable para buscarlos, letal para definirlos e insaciable porque siempre quiere más. Da igual si tiene como compañero a Rudis Corrales, a Carlos Ayala, a Rafael Burgos o a Abraham Amaya; cuando toma la pelota, el nuevo líder de goleo del fútbol salvadoreño solo sabe ver hacia el frente.
Por eso fue que, en toda la primera mitad, acaso la ansiedad le jugó en contra. Pidió cada tiro libre pero, tras tirar demasiado alto el primero, Julio Martínez cobró los demás. Encaró cada vez que la defensa aguilucha le dio espacio, pero tardaba demasiado en encontrar el objetivo rival.
Lo más cerca que estuvo de convertir en la primera parte fue un trazo largo de Cristian Castillo que lo encontró solo en el área grande ante un tímido Benjí Villalobos que no se arriesgó a salir. Pero cuando parecía que Zelaya disparaba y celebraba, Ramón Sánchez le sacó la pelota justo a tiempo.
Frustrado junto a sus compañeros por estar ya perdiendo el juego y el control en la cancha, Zelaya se fue a los camerinos a escuchar la segura reprimenda del “Toto” Gamarra. El segundo tiempo exigía efectividad. La libreta de Israel todavía no debía de tener ningún apunte relevante sobre Fito.
Claro, todos quedaron guardados para la segunda mitad. Celebró cuando Álvarez anotó el autogol del empate blanco, y las palmas acabaron por encender su espíritu combativo. Rozó su primer gol de la tarde sobre el minuto 53, cuando Cristian Castillo le dejó una pelota solo contra Villalobos y su volea se fue desviada a la par del poste. Lo que ya no perdonó fue la patada que recibió de Luis Hernández sobre el '65 y que acabó como penalti a favor de los blancos.
Mientras más de uno –en especial los aguiluchos– recordaban el lanzamiento de la final del torneo pasado, en el que en esa misma portería Zelaya falló el tiro que le hubiera dado el título al cuadro albo, Fito riñó de ese mal recuerdo y cambió el cobro. No hubo beso a la pelota ni remate al centro; solo pura fuerza y colocación a la izquierda, inalcanzable para Benjí y el primero de la tarde para Zelaya.
Sin embargo, necesitaría dos para asegurarse que “Nicogol” no lo alcanzara en la tabla si acaso convertía. Le faltaba el mérito de un gol en una jugada y, además, el golazo de la tarde era el de Odir Flores, con su gol olímpico que sentenciaba el duelo.
Pero no, Fito quería el protagonismo para él, ya que es él quien ha estado fuera de la selección desde ya casi medio año, ante la negativa de José Luis Rugamas y el clamor de la afición cuscatleca.
La defensa de Águila no se lo puso difícil, porque Marvin González le sirvió en bandeja su segundo de la tarde cuando le dio un pésimo pase a su portero y Zelaya aprovechó toda su viveza para burlarle la bola y empujar al fondo.
Todo estaba consumado. Fito Zelaya se erigía como la figura de la tarde, la figura del juego. Dos goles para ponerse en primer lugar en la tabla de goleo individual, dos goles para salir aplaudido por su afición cuando fue sustituido, dos goles para el apunte del nuevo técnico de la Azul, dos goles para reclamar un puesto en la selección. Profesor Rubén Israel, este es Rodolfo Zelaya.
Danny POrtillo
LPG
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