Gustavo Flores Twitter: @Gusflores21 Domingo, 26 de Febrero de 2012
Fue a puertas cerradas y sin público, pero la gente de Alianza se hizo escuchar. Las tribunas del Cusca estaban completamente vacías, pero los jugadores albos saludaron a su público antes de empezar el juego.
¿Cómo se dio esto? Es que la Ultra Blanca, la hinchada de Alianza, se ubicó en "la lomita" y desde allí vieron el partido y sufrieron con una nueva derrota alba.
El aliento que llegaba desde arriba empezó bien temprano. Con una bandera conocida "Territorio Ultra blanca" se ubicaron casi una hora antes de que empezara el juego y comenzaron a gritar por su equipo, algo que se intensificó cuando los jugadores salieron a realizar el calentamiento previo al juego.
Tras el saludo de todos los jugadores mirando hacia la lomita dio inicio el partido con un ambiente totalmente solitario en el estadio, pero con los gritos que se escuchaban desde lejos, pero no por eso con intensidad.
El apoyo con gritos, tambores y altoparlantes no cesó durante el juego y los hinchas celebraron los dos goles albos como si hubieran estado en Vietnam. Sin embargo, las decepciones se sumaron y terminaron viviendo una nueva derrota de su equipo.
Una vez terminado el partido, algunos simpatizantes llegaron a sol a mostrar su descontento, pero la frustración general pudo más.
Así terminó otro domingo para el Alianza: con mucha tristeza, sin dinero en las arcas y con la Ultra nuevamente sufriendo el juego, esta vez desde un lugar desacostumbrado. La lomita vibró
Fue a puertas cerradas y sin público, pero la gente de Alianza se hizo escuchar. Las tribunas del Cusca estaban completamente vacías, pero los jugadores albos saludaron a su público antes de empezar el juego.
¿Cómo se dio esto? Es que la Ultra Blanca, la hinchada de Alianza, se ubicó en "la lomita" y desde allí vieron el partido y sufrieron con una nueva derrota alba.
El aliento que llegaba desde arriba empezó bien temprano. Con una bandera conocida "Territorio Ultra blanca" se ubicaron casi una hora antes de que empezara el juego y comenzaron a gritar por su equipo, algo que se intensificó cuando los jugadores salieron a realizar el calentamiento previo al juego.
Tras el saludo de todos los jugadores mirando hacia la lomita dio inicio el partido con un ambiente totalmente solitario en el estadio, pero con los gritos que se escuchaban desde lejos, pero no por eso con intensidad.
El apoyo con gritos, tambores y altoparlantes no cesó durante el juego y los hinchas celebraron los dos goles albos como si hubieran estado en Vietnam. Sin embargo, las decepciones se sumaron y terminaron viviendo una nueva derrota de su equipo.
Una vez terminado el partido, algunos simpatizantes llegaron a sol a mostrar su descontento, pero la frustración general pudo más.
Así terminó otro domingo para el Alianza: con mucha tristeza, sin dinero en las arcas y con la Ultra nuevamente sufriendo el juego, esta vez desde un lugar desacostumbrado. La lomita vibró
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