ALIANZA AGUILA HOY EN EL CUSCATLAN
A ver, ¿alguien recuerda la última vez que Alianza ganó un partido de local o la última vez que la Ultra Blanca les cantó que cómo no los iban a querer? Si no lo recuerda, no se preocupe. No es el único. Pueden pasar tantas cosas en siete meses que a cualquiera se le olvida ese dato.
Puede pasar en siete meses que un equipo supuestamente construido para campeonizar se derrumbe y ocupe el extremo opuesto de la tabla para el que estaba ideado. Que, en dicho camino, destituya dos entrenadores. Y, más irónico todavía, que uno de esos técnicos regrese y que se dé cuenta de que su ex equipo no ha sido capaz de volver a ganar como local desde que él se fue.
¿Por qué siete meses? Porque ese es el tiempo que los albos tienen sin ganar un partido como locales. Exactamente desde el 6 de agosto del año pasado, cuando derrotaron 3-1 al Juventud Independiente por la segunda jornada del campeonato Apertura 2008.
Desde entonces, a los capitalinos el estadio Cuscatlán les ha venido quedando grande. Doce veces más han jugado en él y si acaso consiguieron una victoria fue ante el Firpo, una jornada después del triunfo ante los de Opico; pero actuando como visitantes, administrativamente hablando. No vale.
Hay que contar entonces 11 juegos como local desde ese 6 de agosto, que tuvo como dato curioso que se produjo justo antes de las vacaciones agostinas. Ahora, nuevamente, Alianza tiene un partido prácticamente a las puertas de la Semana Santa. ¿Dejá vú? Los blancos esperan que sí.
Esoterismo aparte, 11 partidos. Siete empates y cuatro derrotas que son buena parte culpables de que hoy los blancos estén en la última casilla de la tabla acumulada, como principal candidato al descenso, dos puntos abajo del Juventud Independiente y tres del Atlético Balboa y del Nejapa.
Los fantasmas
Durante las dos últimas semanas, los dirigidos por el español Carlos García Cantarero han tenido que vivir con ese fantasma sobre sus espaldas sin poder hacer nada para espantarlo, dado el parón de la liga para que la selección pudiera disponer de los jugadores.
Pero esos 15 días ya se acabaron y hoy los albos regresan a la realidad que los tiene a punto de jugar otro “clásico de las mayorías”, de recibir al Águila, y de tener que jugar ante el entrenador con quien consiguieran su última victoria como locales: el argentino Pablo Centrone (lo de la ironía no era por gusto).
Y lo hace con bajas. El delantero Rodolfo Zelaya y el mediocampista Ramón Sánchez. El ariete que debe pagar el primero de dos partidos que le fueron impuestos por su expulsión ante Chalatenango y el volante por acumulación de cinco tarjetas amarillas.
Encomendado entonces, y por anticipación, a la gracia del Divino Salvador del Mundo, Alianza espera mejorar sus números de apenas ocho goles en sus últimos 11 partidos como local, y de apenas cinco tantos en las 10 jornadas que lleva el Clausura 2009 de jugadas, el equipo menos efectivo de cara a la portería rival.
Pero llega Centrone
El problema —uno de tantos— de los blancos no es solo el hecho que llegué Centrone de vuelta a la que fuera su casa, sino que Águila cuenta con la segunda mejor defensa del campeonato, puesto que solo ha recibido ocho goles, menos de uno por encuentro en promedio.
Además, los emplumados están enganchados en la pelea por los primeros puestos de la tabla, con 15 puntos —siete más que los aliancistas—, y necesitan mantenerse en esa línea si quieren aspirar a semifinales.
Asimismo, cuenta el hecho que los negronaranja han sido frágiles jugando fuera de su nido. En cinco partidos, han empatado dos y perdido los otros tres.
Por tanto, será un juego en donde, o Alianza se quita su mufa y gana en el Cuscatlán, o Águila vuela lejos de San Miguel y se mantiene luchando por colarse entre los cuatro primeros. O empatan, reparten puntos y se quedan inconformes los dos.
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