
Ramiro Carballo, el último referente que sobrevive en el actual Alianza, resume su esperanza de salir de la crisis deportiva que viven los albos en una sola frase: “No hay mal que dure 100 años, ni ser humano que lo resista”.
Alianza ya acumula 58 días sin poder ganar —desde aquel 2-1 a Firpo en el estadio Cuscatlán—, y la preocupación ronda en la cabeza de todos los integrantes del equipo, ya sean estos jugadores, cuerpo técnico, dirigencia o afición.
Y es que los albos, tal como lo acepta Carballo, han tenido serias deficiencias en todas sus líneas, como producto de la desconfianza propia de los malos resultados.
Muestra clara es el partido del sábado anterior contra Balboa, puesto que en ataque el equipo capitalino no pudo concretar opciones claras a gol —dos acabaron chocando en los postes—; y dos desatenciones en la defensa, en las que Franklin Webster y Cristian Gil ganaron las espaldas, terminaron en anotaciones en contra.
Además de eso, los albos han tenido que soportar las constantes bajas, por suspensión o por lesión, de sus jugadores, lo que ha obligado a constantes cambios en su once inicial jornada tras jornada.
El sábado, por ejemplo, regresó Luis Anaya a la zaga, pero el técnico uruguayo Carlos Jurado no pudo contar ni con Jonathan Barrios ni Rolando Torres, que habían sido titulares ante FAS en la fecha anterior. Los dos están inhabilitados todavía, así como también lo está Héctor Salazar, que había sido titular hasta antes del juego con los unionenses.
Todo eso ha afectado a Alianza, equipo al que, según Carballo, le hace falta plasmar en más hechos y menos palabras todos los autoanálisis que hace el plantel luego de cada derrota.
“No podemos responsabilizar al cuerpo técnico o a la dirigencia del momento que vive el equipo. Somos nosotros como jugadores los que tenemos la responsabilidad de lo que está pasando, y somos nosotros los que debemos sacar esto adelante con aplicación, determinación y responsabilidad”, afirma el jugador, quien ya en el pasado ha vivido situaciones parecidas, y de las cuales, dice, se han salido a base de autocompromiso y confianza.
“Duele ver a Alianza así. El que viene de las juveniles y ha crecido en el equipo sabe que el peso de la camiseta es grande”, finaliza.
Fuente: LPG
Alianza ya acumula 58 días sin poder ganar —desde aquel 2-1 a Firpo en el estadio Cuscatlán—, y la preocupación ronda en la cabeza de todos los integrantes del equipo, ya sean estos jugadores, cuerpo técnico, dirigencia o afición.
Y es que los albos, tal como lo acepta Carballo, han tenido serias deficiencias en todas sus líneas, como producto de la desconfianza propia de los malos resultados.
Muestra clara es el partido del sábado anterior contra Balboa, puesto que en ataque el equipo capitalino no pudo concretar opciones claras a gol —dos acabaron chocando en los postes—; y dos desatenciones en la defensa, en las que Franklin Webster y Cristian Gil ganaron las espaldas, terminaron en anotaciones en contra.
Además de eso, los albos han tenido que soportar las constantes bajas, por suspensión o por lesión, de sus jugadores, lo que ha obligado a constantes cambios en su once inicial jornada tras jornada.
El sábado, por ejemplo, regresó Luis Anaya a la zaga, pero el técnico uruguayo Carlos Jurado no pudo contar ni con Jonathan Barrios ni Rolando Torres, que habían sido titulares ante FAS en la fecha anterior. Los dos están inhabilitados todavía, así como también lo está Héctor Salazar, que había sido titular hasta antes del juego con los unionenses.
Todo eso ha afectado a Alianza, equipo al que, según Carballo, le hace falta plasmar en más hechos y menos palabras todos los autoanálisis que hace el plantel luego de cada derrota.
“No podemos responsabilizar al cuerpo técnico o a la dirigencia del momento que vive el equipo. Somos nosotros como jugadores los que tenemos la responsabilidad de lo que está pasando, y somos nosotros los que debemos sacar esto adelante con aplicación, determinación y responsabilidad”, afirma el jugador, quien ya en el pasado ha vivido situaciones parecidas, y de las cuales, dice, se han salido a base de autocompromiso y confianza.
“Duele ver a Alianza así. El que viene de las juveniles y ha crecido en el equipo sabe que el peso de la camiseta es grande”, finaliza.
Fuente: LPG
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