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lunes, 6 de octubre de 2008

DON HERNAN CARRASCO VIVANCO

INTERESANTE ENREVISTA DE EL GRAFICO, AL HOMBRE QUE HIZO DEL ALIANZA EL MAS GRANDE DE CENTROAMERICA Y REVOLUCIONO EL FUTBOL EN EL SALVADOR


El Grafico
06 Oct 2008
El esquema innovador de los sesentas



Hernán Carrasco Vivanco, chileno por nacimiento,
llegó a El Salvador para dirigir a la selección nacional en 1965.
La llegada del estratega andino significó la revolución
del esquema táctico que se utilizaba en nuestro país en aquella fecha,
la que pudo observarse y evaluarse en la institución blanca.
Ese 4-3-3 que subió al podio al Alianza en 1966 y 1967.

Daniel Herrera
El Diario de Hoy (lunes 20 de marzo de 2000)

En 1962, Chile organizó el séptimo Campeonato Mundial de Fútbol, en el que lograron el tercer lugar, lo que ha sido hasta la fecha su mejor participación en Copas del Mundo. Brasil se coronó bicampeón de la mano de Didí, Vavá y Zagallo, revolucionando el esquema de la WM.

Tres años después, y unos cuantos kilómetros más al norte de Chile, la dirigencia salvadoreña de ese entonces decide contactar con el chileno Hernán Carrasco Vivanco par que se hiciera cargo de los destinos del combinado cuscatleco. El estratega andino estuvo en el Mundial celebrado en su país en calidad de auxiliar del entrenador Fernando Riera, por lo que asimiló los cambios en los esquemas tácticos que se estaban suscitando en el mundo.

Alianza lo mostró


La insinuación de un par de jugadores de la selección que militaban en el equipo capitalino Alianza, asegurando que en su equipo existían las condiciones para trabajar como le gustaba, supuso que Carrasco Vivanco se incorporara a la institución blanca. El chileno fue poco a poco formando un grupo que reuniera los requisitos para poner sobre la cuadrícula de césped la idea táctica traía.

En el campeonato nacional de 1966, con una pretemporada de dos meses, Alianza depositó grandes esperanzas en su grupo de jugadores y cuerpo técnico para poder lograr su primer título en el circuito mayor. Hernán Carrasco se paró en la cancha con un claro 4-3-3.

Por supuesto, la resistencia al cambio operó en un principio, como lo recooció uno de los puntales de aquel equipo, el caballeroso Mario Monge que, al principio, tuvo diferencias con el técnico. "Recuerdo que no me gustó mucho que me retrasara. Yo era un delantero, me gustaba hacer goles. Tenía que cumplir la labor de un tercer volante, cargado a la derecha", comentó Monge. Al final, fue uno de los goleadores del equipo.

Por lo general, Hernán Carrasco utilizó para aquella época de oro la misma alineación. En la portería, el chileno tenía a Walberto "el Pulpo" Fernández y a Raúl "la Araña" Magaña. En la zaga presentó a Roberto "la Burra" Rivas, Salvador Mariona, el tico Guido Alvarado y a Francisco Zamora, con la variante de Edgar "el Pata Gorda" Morales.

El medio campo fue de jugadores técnicos y con mucha garra. El contención era Alberto "Pechuga" Villalta y los de creación fueron los chilenos Miguel Hermosilla y Ricardo Sepúlveda. Adelante enlazaba con Mario Monge y los puntas fueron el panameño Luis "Cascarita" Tapia y Jorge Liévano, quien alternaba con Mario "el Chino" Flores.

Director y músicos

El 4-3-3 vino a darle mayor orden y complemento en las tres líneas de un equipo. A la hora de defenderse, Hernán Carrasco enviaba a todos sus hombres hasta la mitad de la cancha, con recuperador de balones en el medio campo, como lo era Villalta.

En el ataque, Carrasco tenía la posibilidad de atacar hasta con seis hombres, contando con dos volantes de creación con una técnica bastante pulida: los chilenos Miguel Hermosilla y Ricardo Sepúlveda.

El frente de ataque estuvo conformado por 'hombres gol'. Uno de ellas era Luis Tapia, el del ombligo enterrado en Panamá, quien en un principio venía para la Universidad y fue rechazado por creer que béisbol era su fuerte. El otro era Mario Monge, a quien Hernán Carrasco mandó como nexo por poseer también buen dominio con ambas piernas. Por último, cargado más a la derecha, estaba Jorge Liévano, otro goleador nato.

En el fondo, Alianza contaba con la seguridad de Salvador Mariona y el tico Guido Alvarado, quienes, según Carrasco Vivanco, no dejaban pasar a nadie. Los laterales fueron Roberto "la Burra" Rivas y Francisco Zamora, defensores que ya se incorporaban al ataque en aquella época. Bajo los tres palos, la alternancia de Fernández y Magaña era sinónimo de garantía.

Este grupo de jugadores, bajo la batuta de Carrasco Vivanco, inmortalizó el 4-3-3 en El Salvador y llenó de gloria por dos años consecutivos al equipo capitalino. Este currículo incluso le valió a Hernán Carrasco Vivanco para formar la Asociación de Entrenadores de Fútbol de El Salvador (AEFES).

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