Si la soleada tarde en el Cusca empezó ayer algo extraña y con resentimientos, terminó en fiesta y reconciliación. El inicio fue con bastante disgusto de parte de los hinchas blancos, con el equipo sin ir a saludar a la Ultra y el final feliz llegó de la manera contraria: con la gente y los jugadores celebrando juntos otra victoria contundente de este Alianza que hace de su irregularidad casi una marca registrada. A una goleada, le sigue una caída y a esta, una goleada... y así. Ayer fue el turno de la goleada a un opaco Once Municipal que pagó caro sus errores en defensa y que terminó último en la temporada, aunque su descenso todavía no está definido (ver nota en la página 10).
Ausente Fito Zelaya, los goles llegaron esta vez de ese zurdo habilidoso de técnica pulida y de ese Pelón incansable que nunca renuncia a buscar la red: Castillo y Ayala, respectivamente, le devolvieron la sonrisa a los albos, el primero coronando con un doblete una muy buena actuación.
Once Municipal sorprendió con un esquema ambicioso y ofensivo en el inicio, sabiendo que el empate no le alcanzaba. Pero fue sólo un espejismo que duró apenas una veintena de minutos. Cuando Alianza se acomodó en el campo, lo esperó y sacó contraataques letales, se terminó la paridad. La fragilidad ahuachapaneca en defensa colaboró para que el juego finalizara en goleada.
Los albos salieron con línea de tres en el fondo y el Chino Flores ayudando en la contención a Maradiaga; Herbert Sosa como carrilero por derecha y Christian Castillo bien abierto por izquierda. Desde ese sector, justamente, se generaron las más peligrosas para la valla de Portillo.
Del otro lado, el dominio de pelota que mostraban Pimentel y Medrano cuando se juntaban por izquierda, pocas veces se tradujo en peligro ante la pasividad de sus delanteros. Así, Henry Hernández, que volvía a la titularidad, pasó una tarde relativamente tranquila.
Alianza llegó con asiduidad por izquierda. Primero fue un centro que cabeceó al gol el Rapado Ayala, anulado, y un minuto después un exquisito pase cruzado de Castillo para Abraham Amaya, que se fue con el remate desviado del volante albo.
La defensa del Once empezó a fallar en reiteradas oportunidades. Y llegó un error que fue decisivo en el trámite del partido: el empujón a Ayala dentro del área que Castillo tradujo en gol desde los doce pasos.
MONÓLOGO BLANCO
El segundo tiempo terminó siendo un monólogo blanco. Con Castillo en su mejor nivel, Sosa acompañando y una defensa del Once decidida a jugar en línea para provocar el offside. Pero sin coordinación, era un suicidio.
Así fueron cayendo los otros goles albos. Sosa desbordó por enésima vez y puso un centro exacto para que Castillo marcara el segundo de cabeza, sorprendentemente libre de marca.
Once Municipal se ahogó en sus propia incapacidad para generarle algún riesgo a Hernández. Apenas un cabezazo en propia puerta de Messías que pegó en el travesaño y terminó siendo la más clara. Pero lanzado en el ataque dejó muchas grietas atrás, se regaló en varias ocasiones. Alianza, esta vez, no perdonó.
Con las variantes llegaron los cambios tácticos en Alianza. El ingreso de Salazar le permitió adelantarse más al Chino Flores (el lugar donde se siente más cómodo) y Sosa dejó el carril derecho para irse al extremo opuesto con el ingreso de Julio Martínez.
Carlos Ayala tras gran pase de Maradiaga sentenció el 3-0. La defensa del Once volvió a apostar al fuera de juego pero el pase frontal y efectivo de Maradiaga. Ayala definió como lo que es: un delantero de gol.
El final llegó antes de que Alianza marcara el cuarto. Un par de sombreritos consecutivos en el área de Castil lo cerraron su tarde distinta. Alianza vuelve a encarrilar su camino a las semis y el Once paga con el último lugar (¿y descenso?) su pésima temporada.
EDH
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