Por Jesús Alfredo Campos
Lo dijimos la semana pasada: devolviéndole la confianza a los once guerreros íbamos a contribuir con la reinvidicación del equipo, y no nos equivocamos.
El reencuentro de Alianza con la victoria de dos a uno ante Nejapa el pasado sábado, nos trajo una sensación más que de alivio a los albos, al percibir que las aguas están llegando a su estado normal en nuestro equipo.
La sensación es más que de alivio porque tenemos la certeza de estarnos aproximando a un Alianza que camina hacia su plenitud de grandeza a la que nos tiene acostumbrados tanto a los albos de corazón como a la prensa especializada e incluso a los equipos rivales y sus seguidores.
Ya en Metapán hace dos sábados se le vio al equipo otro semblante, con mejor organización en sus tres departamento, capacidad de reacción y concentración en el juego, se vio más seguridad en sus individualidades y, lo mejor, mayor entrega de su parte. A nadie escapa que la entrega es un elemento sin el cual cualquier equipo va a la deriva, tal como fue el Alianza en las últimas semanas.
Por otra parte, la victoria de este sábado en Nejapa nos trajo aún más confianza pues no fue una victoria cualquiera, fue un gane muy significativo pues en primer lugar estábamos de visita y frente a un equipo igualmente desesperado por puntos, que no iba a rendirse con facilidad; en segundo lugar fue un remonte, cualidad que Alianza había extrañado en todo el presente torneo. No hay duda que estamos mejorando, lentos pero seguros.
El cambio de actitud ha llegado también a la afición de Alianza, quizás la más exigente de El Salvador, que estaba en asfixia por la falta de triunfos del equipo y manifestaba por todos los medios su indignación al ver que en la cancha no mostraba nada.
La sensación es más que de alivio porque tenemos la certeza de estarnos aproximando a un Alianza que camina hacia su plenitud de grandeza a la que nos tiene acostumbrados tanto a los albos de corazón como a la prensa especializada e incluso a los equipos rivales y sus seguidores.
Ya en Metapán hace dos sábados se le vio al equipo otro semblante, con mejor organización en sus tres departamento, capacidad de reacción y concentración en el juego, se vio más seguridad en sus individualidades y, lo mejor, mayor entrega de su parte. A nadie escapa que la entrega es un elemento sin el cual cualquier equipo va a la deriva, tal como fue el Alianza en las últimas semanas.
Por otra parte, la victoria de este sábado en Nejapa nos trajo aún más confianza pues no fue una victoria cualquiera, fue un gane muy significativo pues en primer lugar estábamos de visita y frente a un equipo igualmente desesperado por puntos, que no iba a rendirse con facilidad; en segundo lugar fue un remonte, cualidad que Alianza había extrañado en todo el presente torneo. No hay duda que estamos mejorando, lentos pero seguros.
El cambio de actitud ha llegado también a la afición de Alianza, quizás la más exigente de El Salvador, que estaba en asfixia por la falta de triunfos del equipo y manifestaba por todos los medios su indignación al ver que en la cancha no mostraba nada.
Ojalá que la razón hoy haya llegado al fanático que agredió a Zelaya hace un par de semanas a la salida del estadio; no hay duda que su amor por el Alianza lo llevó a realizar un acto de descontrol, sin embargo le invitamos a meditar en el hecho que dándole confianza al equipo se contribuye muchísimo más que dándoles patadas a sus jugadores.
Lacasalba.com confía en que este triunfo nos va a llevar por el camino de la reinvindicación el mismo que ha hecho del Alianza un símbolo de grandeza en El Salvador.
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