Nada justifica la violencia en un centro deportivo. Cierto, cuando las cosas no salen bien en la cancha, nos gana la emoción y rabiamos, eso no tiene nada de malo, es parte del combo de asistir a un encuentro deportivo. Gritos, silbidos, rechiflas, nómbrelos Ud. Todo está bien hasta que sale alguno con actitudes violentas, seguido por una jauría de su misma calaña, con acciones vandálicas y agresiones que no tienen cabida en ninguna parte, menos en un centro deportivo.
Lo que pasó ayer en el Cusca no dice nada bueno en favor de un sector de aficionados que pareciera que solo esperan la oportunidad para sacr lo más primitivo que llevan en el alma, y, así como no es el Alianza ese equipo sin alma que hemos visto en la cancha en las últimas fechas, tampoco es su afición esa que abrió las puertas de acceso desde los tendidos populares, y dio el pobre espectáculo de agresión verbal colectiva contra los jugadores.
El corazón de un albo es noble, es civilizado, es aliancista.
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