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martes, 25 de diciembre de 2012

TENIA QUE ESTAR EL ALIANZA

Hoy hace 27 años: otra marca histórica en el fútbol de El Salvador
La Final de Navidad de 1985




SAN SALVADOR. La final de la Navidad conserva su pedestal particular. Fue, en su concepción, y es, un poco más de cuatro de siglo más tarde, la única definición de una campeonato de la liga mayor del fútbol salvadoreño disputada un 25 de diciembre. Un caso único, y por eso, memorable.
Fue, se sabe, un accidente. La cuadrangular final de la temporada 1985, aquella liguilla que utilizaba antes la Primera División para decidir a sus campeones, acabó con el Alianza de líder. El Marte, por haber sido puntero en la campaña regular, de 27 jornadas, tenía derecho a disputar una final con los albos.
Esa definición se planeó a dos partidos, en los domingos 22 y 29 de diciembre. Pero después de la primera final, ganada por el Alianza 5-3, los directivos se dieron cuenta tarde (hay cosas que nunca cambian) de que el estadio Cuscatlán estaba ocupado para el fin de semana siguiente. La solución fue adelantar la segunda final para el miércoles 25 de diciembre.
Y así se hizo. Por eso, en mero 24 de diciembre, los planteles estaban concentrados; el Atlético Marte, en el hotel Alameda, en plena Roosevelt; el Alianza, en el hotel Vista al Lago, en el lago de Ilopango.
Los protagonistas recuerdan esa noche por el contraste de ver pasar una Navidad fuera de casa y al mismo tiempo dedicar toda energía en preparar un duelo por la corona.
Hubo entrenamientos cortos, tiempo libre repartido entre música, naipes, visitas tardías de familiares y una cena ligera entre compañeros. Eran años preinternet, en los cuales para comunicarse había que hablar con el de al lado.
A los jugadores extranjeros, todos recién llegados esa campaña, les tocaba acostumbrarse a la pólvora despilfarrada en las noches de fiesta nacional.
Y los aficionados comenzaron a discutir pronósticos en una noche inusual. El Salvador vivía entonces una guerra, pero el fútbol siempre fue el pretexto más efectivo para pactar treguas, para pensar en nada más en el juego, en sus detalles y en su inolvidable folclor.
En el primer partido final el 22 de diciembre, el Alianza jugó su mejor partido de la temporada. El Marte tuvo su peor día.
Con dos goles de Rubén Alonso, uno del “Primi” Maradiaga, uno del defensa Biegler y uno de “Kin” Canales, el Alianza aplastó al Marte 5-3; por los bombarderos descontaron “el Chelís” Rugamas y “el Pajarito” Huezo, en dos ocasiones.
Pero lo peor para el Marte fue el recorte que sufrió en su plantel tras la primera final. Entre expulsiones y lesiones, el técnico Contreras Palma se quedó sin José Luis Rugamas, Marcial Turcios y Ramón Fagoaga. Es decir, perdía a los líderes del equipo dentro de la cancha, aquellos que sabían dominar un trámite tan complejo como es una final de campeonato.
El Alianza parecía, entonces, el gran favorito para ganar el título. Y su afición lo entendió así. Los albos de 1985 se habían transformado en un equipo especial. Habían pasado 18 años sin que el Alianza fuera campeón. Quedó en segundo lugar en 1971, 1973, 1976 y 1979; cuatro subcampeonatos que impacientaban todavía más a los fieles blancos.
En la tarde de aquel 25 de diciembre de 1985, el estadio Cuscatlán vio cómo se llenaron sus tribunas populares; apenas se vieron vacíos en sombra norte, y casi todos los presentes vestían de blanco, querían ver de nuevo al Alianza campeón.
El técnico Contreras Palma resolvió el dilema de los ausentes de la mejor forma posible. Reincorporó a Nelson Escobar y a Danilo Blanco al 11 titular. Ambos daban la garantía de haber sido titulares por la mayoría de jornadas ligueras.
En la banda izquierda, el sector de Turcios, fue improvisado el contención Mauricio Perla, pero no de una forma estática.
El delantero Lorenzana Ragazzone bajó a la media cancha, junto al “Pájaro” Huezo y Salomón Campos Mezquita, para asistir a los dos delanteros, Rivas y Mario Figueroa.
En el ecuador del 11, Huezo asumió el liderato. Fue él quien manejó los hilos del equipo, el que dictó por donde circulaba la pelota y quien cobró las faltas con un gran criterio. La mayor parte de ese encuentro, la pelota perteneció al Atlético Marte.
Las respuestas del Alianza pasaban por la misma línea estratégica, aunque con diferentes intérpretes. La última línea blanca, que debía proteger a Rosales Santillana, estaba compuesta por “la Llanta” Medrano, lateral derecho; Óscar Biegler y “el Mudo” Rodríguez en el centro; y Merino Barquero, lateral izquierdo con mucha subida.
Adelante de estos cuatro, un medio de marca, José Antonio García Prieto, capaz de robar balones y distribuirlos con la misma eficacia.
Y los goles los buscaban entre cinco: Maradiaga, por la izquierda; Reyes, por la derecha; Palacios Lozano y Canales por todo el frente de ataque; y Alonso de delantero centro.
Todo esto produjo un partido de toque, de permanentes combinaciones, y jugadas pausadas, pensadas, reflexionadas. El desborde por las bandas fue la última opción, porque había talento para hacer paredes.
El Marte comenzó ganando cuando las marcas blancas comenzaron a parecer nerviosas. Apenas al minuto 9, una falta del “Mudo” Rodríguez sobre Figueroa dio paso a una jugada de laboratorio, bien ejecutada por “el Pajarito” Huezo, quien habilitó a Salomón Campos.
Las repeticiones televisivas no muestran si Campos toca el balón en el área; lo cierto es que la pelota dio un rebote y superó al arquero Rosales Santillana.
Diez minutos después del 1-0, Huezo realizó un genial pase en produndida al “Mandingo” Rivas, y dejó al delantero frente a frente con rosales Santillana, y el guardameta lo derribó; fue penalti. El mismo Huezo lo ejecutó: 2-0.
Demasiado temprano en el partido, el Marte estaba 2-0 goles arriba. El Alianza necesitaba realizar una remontada insólita para quedar campeón.
Impulsado por la expectativa, la afición los 18 años sin títulos y su juventud, los albos comenzaron a controlar el balón la mayor parte del tiempo, pero su despliegue careció de profundidad.
Todo el Marte, especialmente los jugadores que salieron de emergencia, realizaron un desgaste defensivo agresivo, insistente y admirable. Ese deseo los llevó a veces a pasarse de la raya, y por eso Rosales fue expulsado quizá cuando sus compañeros más lo necesitaban.
Entonces, los veteranos del Marte impusieron su paciencia, regalaron el balón y cedieron metros den al cancha.
El Alianza descontó, gracias a un tanto de “Kin” Canales, pero tuvo que seguir avanzando para lograr el empate, y cuando más cerca parecía de lograrlo, el cuadro bandera aplicó una estocada letal.
En un despeje largo del “Cacho” Meléndez, Mario Figueroa encontró un boquete entre los zagueros blancos, y en carrera superó al último hombre, Biegler, y le cruzó la pelota a Rosales Santillana. No fue solamente un tanto brillante para la final de la Navidad; fue uno de los mejores goles en la historia de las finales nacionales.
El 3-1 casi aseguró el triunfo. Los 90 minutos acabaron 3-2. Por las reglas del campeonato, no se tomaba en cuenta de inicio la diferencia de goles. La balanza acordada indicaba que ambos equipos acabaron los dos encuentros igualados en puntos; debía entonces jugarse un alargue de 30 minutos, para que alguno quebrara el empate.
El Marte no tuvo que esperar demasiado. Apenas al inicio del tiempo extra, Figueroa marcó el 4-2; y casi de inmediato, Will Huezo, quien había ingresado de cambio por Danilo Blanco, estiró las diferencias a un 5-2.
El Alianza siguió atacando hasta el final de los 120 minutos, pero el marcador ya no se movió. Los albos no aprovecharon ni el hecho que el Marte se quedó al final con nueve hombres, por la expulsión de Salomón Campos. La balanza de goles y el duelo mental ya lo había ganado el Marte, y cuando Ortiz Cardoza pitó el final, los aficionados azules celebraron uno de los triunfos más dulces e inolvidables de su historia.

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